domingo, 14 de noviembre de 2010

Consciencia en la Crianza de nuestros Bebés

Retomo mi participación en el Carnaval de Blog, la gran iniciativa de Tarkus Kids. Esta semana tiene que ver con los consejos, algo que todos hemos recibido y que en algún momento chocan con nuestros pensamientos y sentimientos.

En mi faceta de padre, me he dado cuenta que son dos los consejos que podría ser capaz de dar a cualquier familia para que pueda conseguir una crianza consciente.

El primer consejo valioso que se le puede decir a una familia para conseguir tener una crianza consciente es que siga sus propios instintos. Cuando digo esto, me refiero a que es necesario mirar en nuestro interior e intentar encontrar lo que deseamos para nuestros bebés, en nuestro nuevo poder está implícito el saber actuar acorde a las circunstancias y necesidades de las crías.

Actualmente son muchas las informaciones que vienen de todos los sectores, bien sea de familia, de personal sanitario e incluso de desconocidos que también tienen que aportar en la crianza de los niños, aunque no sean los suyos.

Muchas son las familias que por infoxicación (intoxicación de información) actúan de modo contrario a sus instintos, incluso en la propia pareja se llega a tener opiniones contrarias a la hora de criar a sus bebés.

En esa nueva etapa en que las hormonas, las nuevas responsabilidades, el cambio de vida y las experiencias externas siembran de dudas la crianza de un niño es fundamental escucharnos a nosotros mismos y ser capaces de encontrar las respuestas necesarias, porque éstas aparecen, somos poseedores de nuestra verdad, a todos no nos sirven las mismas soluciones porque todos tenemos las mismas circunstancias.

Es hora de intentar ser capaces de tratarnos como individuos o familias independientes, con nuestros problemas y nuestras capacidades, nuestras fuerzas y debilidades, nuestras sonrisas y nuestras lágrimas…

Además de seguir nuestros propios instintos, la segunda aportación que podría dar es que escuchen a su niño. Los bebés y niños son totalmente capaces de contarnos lo que necesitan en cada momento, tan solo de nosotros depende el estar abiertos para recibir esa valiosa información.

Un bebé es capaz de transmitir por muchas vías (expresión de la cara, gestos, soniditos.. y por último el llanto) lo que siente y necesita en todo momento. El bebé es un ser “blanco”, sin maldad y sin conocimiento del engaño, con lo cual es capaz de expresar sin disimulo, pone todo el empeño en transmitir a su familia sus necesidades porque es consciente que necesita establecer el vínculo para vivir, no puede subsistir sin la ayuda y complicidad de sus padres, nunca hará las cosas para tomarnos el pelo o engañarnos, no tiene esa capacidad que tantos adultos creen desarrollada desde bien temprano.

Si las familias pudiesen criar solas a sus retoños, sin interferencias y presiones externas, tal vez el vínculo se pudiese establecer entre todos los componentes de la familia sin ningún problema.

Espero que todos seamos capaces de interiorizar esta nueva responsabilidad y seamos capaces de atender las necesidades que nos transmiten nuestras crías, de nosotros depende su capacidad para enfrentarse a este mundo de adultos.

Ernesto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace tiempo que debato en internet, a favor de la crianza con apego. Pero a veces tengo ganas de poder conversar con gente civilizada, a la que no haya que explicarles cosas básicas.

Por ello quiero darme el placer de opinar sobre el último comentario.

No es la primera vez que oigo abogar por algo así como el sentido común de cada cual a la hora de criar a los hijos. Carlos González es partidario. Yo no estoy de acuerdo, soy más partidario de la información científica, aunque reconozco que quizá sea necesaria una inclinación científica personal para poder juzgar la información.

Es verdad que la divulgación de la ciencia nos llega de manera contradictoria: el libro azul dice una cosa y el verde la contraria. ¿Es científico Estevil? ¿Lo es el sicoanálisis? Repito que creo necesario estar acostumbrado a razonar de manera científica, para poder hacerte un criterio y tomar decisiones.

Sin embargo, a pesar de los inconvenientes que tiene la búsqueda de información, más miedo me da dejar al sentido común de los padres la crianza de los niños, o como lo llama Ernesto, “seguir nuestros propios instintos”.

Desgraciadamente, en una sociedad en la que somos criados con desapego, el instinto es algo que ya de adultos hemos perdido, sepultado por traumas y neurosis; y lo que cada padre puede identificar como su “instinto”, puede no ser más que sus represiones, fobias y filias personales, de las cuales sería mejor que su hijo se librase. Vamos, que lo que mucha gente cree ser “instinto” no es más que su subconsciente tirando de los hijos. Para liberar el instinto verdadero, muchos tendríamos que hace terapia primero…

Respecto a aprender a “escuchar al niño”, por supuesto que es fundamental, pero me temo que para ello sea necesario que el padre tenga un “software” cargado en el “disco duro” de la mente: este software se llama empatía. La capacidad para entender a otro, adivinar sus deseos y sentimientos, ponerse en su lugar, depende de la capacidad empática, y, resulta que no todos tenemos la misma. Dependerá seguramente, una vez más, de cómo nos trataron nuestros padres de pequeños. Y las personas que tratan a sus hijos pequeños como si fueran trozos de carne, me temo que es porque tienen poca empatía. Hay cosas que no pueden captar, es un tipo de discapacidad. No sólo les falta empatía con sus propios hijos, si no con todos los seres vivos.

¿Se puede entrenar? Yo creo que sí, pero ¿qué les moverá a hacerlo?

Por lo tanto, mi conclusión desde hace tiempo es que hay que seguir divulgando, con una base científica comprensible, neutra, no agresiva, no para convencer a los padres actuales, que no van a cambiar, si no para atraer a aquellos que aún no lo son y no se han planteado nada de esto todavía.

Raksha